Discurso y ciudad

Detalle. Exposición Ciudad educadora (2014)

La ciudad, como centro de intercambio de flujos, económicos, políticos, culturales e intelectuales, se ha vuelto el eje de transformaciones de todo tipo a nivel mundial. Según datos de la ONU para 2050 el 75% de la población mundial será urbana que estará concentrada en solo 3.8% del territorio habitable en la tierra. Esta concentración implica nuevas configuraciones de las relaciones sociales y de las formas de vida en las urbes.

Las grandes transformaciones urbanas así como la influencia de las ciudades a nivel global nos obligan a mantener un permanente análisis sobre su fenómeno, sin embargo, la complejidad y la velocidad de transformación ha rebasado el análisis que se puede hacer de estas, el cuál actualmente está rodeado de una retórica rebasada y, en muchas ocasiones simplista, que limita y confunde más que clarificar. Stefano Boeri, arquitecto italiano, expone su punto de vista sobre este problema retórico en su texto Atlas eclécticos:

En realidad la retórica del caos es productor de la misma y potente innovación que ha sacudido las técnicas de la visión, una innovación que no ha enfrentado a imágenes estupefacientes y conjuntos inquietantes que son indescifrables con los conceptos y de nuestras enciclopedias y las palabras de nuestro vocabulario. “Metápolis”, “nebulosa urbana”, “ciudad difusa”, “ciudad de la dispersión” y “hábitat de baja densidad” son algunos de los neologismos con los que hemos intentado, no sin esfuerzo, nombrar la entidad caótica que logramos ver pero no necesariamente explicar. [1]

Los nuevos territorios urbanos ya no pueden ser reducidos a la retórica bipolar de centro-periferia, urbano-rural, forma-informal en donde las diferencias están aparentemente claras. El territorio urbano es discontinuo, es mezcla de zonas compactas con otras difusas, de centralidades diversas y áreas marginales, de espacios urbanizados y otros preservados o expectantes. Una ciudad de ciudades en su versión optimista o una combinación perversa entre enclaves globalizados de excelencia y fragmentos urbanos de bajo perfil ciudadano.[2]

Si atendemos a la idea de que estas formas de representación y nomenclaturas sobre lo urbano ya no son suficientes para explicar su fenómeno, ¿cómo es posible describir o comprender la ciudad?,  ¿cómo se construye y se configura lo urbano? García Canclini, nos acerca, a partir de la percepción social al imaginario urbano.

Para Canclini, las ciudades son construidas también con imágenes, que son el reflejo del consumo de distintos tipos de textos: planos que sirven de representación de las calles, la televisión, el cine, la música, los medios de comunicación, las conversaciones con otros habitantes[3]. Aquí, la ciudad es respuesta a una serie de ficciones, pero son estas mismas las que ayudan a constituir y construir la realidad de que forma parte.

Al establecer la importancia de la experiencia imaginada de la ciudad, el discurso de todos esos textos (los verbales y los no verbales) se erigen como herramientas de control, que sirven como mecanismos para legitimar decisiones y acciones que repercuten en la configuración de la ciudad tanto formal como socialmente. Así, las reproducciones de cierto tipo de discursos como el de la seguridad, el progreso, la promoción de la cultura, la competitividad tienen como resultado dinámicas de segregación socio-espacial.

 Para la socióloga Saskia Sassen, la desigualdad social es un fenómeno inherente a lo urbano:

 La realidad ha demostrado que la polarización social es intrínseca al orden tardocapitalista, donde los trabajos a cambio de bajos salarios son claves para el crecimiento económico. ¿Qué sería de Chicago sin los miles de mexicanos que se ocupan de la limpieza, la seguridad o las tareas domésticas?[4]

 Así, la miseria, el aumento de la pobreza y otras formas que son el  resultado de la explotación ya no son sinónimo de decadencia social sino que se han convertido en un complemento del desarrollo.

Dentro del sistema económico actual, para que el avance económico, el desarrollo tecnológico y la competitividad en las ciudades sigan su curso es necesario continuar las dinámicas de explotación social, las cuales necesitan de legitimación para ser ejecutadas.

[1] Stefano Boeri, “Atlas eclécticos” en Lo Ordinario de Enrique Walker (ed.), p. 128.

[2] Borja, Jordi y Zaida Muxí, Espacio público, ciudad y ciudadanía, 43-48.

[3] Néstor García Canclini, Imaginarios urbanos, p. 107.

[4] Saskia Sassen, La ciudad global: Nueva York, Tokio, Londres, p. 10.